domingo, 17 de agosto de 2008

LOS JINETES PETROLEROS DEL APOCALIPSIS



Ante lo que se vislumbraba desde finales del año 2007 como el tercer shock petrolero, y con una aguda crisis inmobiliaria en los Estados Unidos, y una crisis financiera atravesando el pacífico y el atlántico hacia el Asia y Europa, una sensación de angustia se iba apoderando del ánimo de sectores, pueblos y países enteros. Por el alto precio de los combustibles se empezaron a ver huelgas y protestas de transportistas en distintas latitudes (Chile,….). También se desencadenaron manifestaciones de sectores populares (Haití,….) en contra del aumento desmedido en los precios de los alimentos como consecuencia, entre otras causas, de la incidencia del fuerte incremento en los costos de los derivados del petróleo.

El agravamiento de la situación en países desarrollados y en vías de desarrollo, aunado a declaraciones irresponsables de algunos jefes de Estado (Hugo Chávez,….), altos funcionarios gubernamentales y destacados personeros de organismos internacionales (Shakib Khalil,….) y de empresas transnacionales (Alexei Miller,….) hablando de precios de 150, 200, 250, 300 y hasta 400 dólares el barril, terminó generando un clamor universal sobre la urgente necesidad de “pararle el trote a esa locura”.

LA REUNIÓN DE JEDDA

Ese clamor no fue en vano. El rey Abdoullah de Arabia Saudita convocó “sorpresivamente” a un encuentro global sobre energía. Con la asistencia de los principales países productores y consumidores, siete organismos internacionales y las empresas petroleras y de inversión más importantes del mundo, la reunión tuvo lugar el día 22 de junio en la ciudad de Jedda en Arabia Saudita. En su exposición de motivos para la convocatoria de dicha reunión, los sauditas calificaron de injustificada la escalada de precios del crudo, y expresaron su preocupación por la incidencia de dicha escalada en la salud de la economía mundial, así como sus implicaciones sociales y políticas.



En adición a las acertadas medidas contenidas en el comunicado de la reunión de Jedda, los mensajes más importantes que enviaron los principales protagonistas de dicho evento fueron los siguientes: primero, Arabia Saudita, en representación de los países exportadores; Gran Bretaña, en representación de los principales países consumidores clásicos y China, en representación de los países consumidores emergentes, junto a otros factores internacionales políticos-energéticos-financieros, no están dispuestos a permitir un mercado petrolero anormal que termine por lanzar a la economía mundial por un precipicio. Segundo, ante el agotamiento del orden energético global vigente desde 1974, el evento de Jedda marca el inicio de uno nuevo, con nuevos actores, con nuevas tecnologías, con nuevos combustibles y con un acento bien destacado en la ecología.

LOS DESTINATARIOS DEL MENSAJE DE JEDDA

El principal destinatario del mensaje de Jedda es la comunidad internacional, la cual recibió la noticia del evento con cierto alivio, y lo interpretó como una respuesta, aunque fuese aparentemente tímida, a su clamor. También lo recibió con un poco de esperanza. Esto es: ¡Por fin emergió alguien que parece estar dispuesto a “ponerle el cascabel al gato”!

En cuanto a los otros destinatarios, o sea los especuladores de las principales bolsas del mundo, los inversionistas de la industria petrolera y la inmensa mayoría de los países exportadores de petróleo tanto beligerantes (Putin, Ahmadinejad, Chávez,…) como moderados (Katar, Kuwait, Omán,…), entre otros actores menos importantes, recibieron el mensaje con una actitud comprendida entre el silencio y la protesta.

LOS BELIGERANTES CONTRA JEDDA

La actitud contestataria de los países exportadores beligerantes se ubicó en la protesta. El número uno de la Corporación Petrolera Nacional de Libia, Shukri Ghanem, disgustado con los sauditas, dijo que su gobierno estaría pensando en disminuir la producción en lugar de incrementarla. El ministro argelino de petróleo y actual presidente de la OPEP Shakib Khalil, sin poder disimular su irritación durante y después de la cita de Jedda, declaró que el precio podría alcanzar los 400 dólares. No obstante, un mes después dijo que el precio actual era anormal y que descendería a los 80. Alí Rodríguez Araque, ex­Secretario General de la OPEP, justo después de la clausura del evento, declaró que el precio del petróleo iba a seguir subiendo.

En cuanto a Rusia, no fue ningún alto funcionario del ejecutivo ruso sino Alexei Miller, presidente del gigante ruso Gasprom, quien declaró el 3 de julio próximo pasado que esperaba que el precio del petróleo llegara próximamente a los 250 dólares el barril. Miller aprovechó también como si se tratara de una rebatiña, para meter su cuñita de un aumento del 35% en el precio del gas natural con respecto al de marzo de este año, o sea de 350 a 500 dólares los 1000 m³.

Rafael Ramírez, ministro venezolano de Energía y Petróleo, a quien se le había indicado inicialmente no asistir, se decidió enviarlo en un papel discreto. En lugar de atreverse a hablar del precio, prefirió criticar en bajo perfil a los sauditas, recurriendo a la violación de la norma que permite el incremento o la disminución de la producción de cualquier país de la OPEP sólo en el seno de la Conferencia de la Organización. Antes de reclamarle por mandato de Chávez a un socio de la OPEP, este sub-ministro parece olvidar que su Jefe “El Supremo” es el primero en violar no sólo toda norma que se le atraviesa sino la propia Constitución.

CHÁVEZ “AS USUAL”

Hugo Chávez, uno de los principales destinatarios del mensaje de Jedda, prefirió no reaccionar contra los sauditas acusándolos de atropellar a la OPEP y de tener una agenda energética propia, toda vez que patrocinaron una reunión energética global al margen de la Organización. Prefirió salirse por la tangente un mes más tarde cuando dijo que la reunión de Jedda había demostrado que el incremento en los precios del petróleo no era culpa de la OPEP. Chávez optó por no “alborotar el avispero”. Él sabe perfectamente que está planteada en el ambiente una hipótesis que compromete en una agenda extra-OPEP, en adición a otros actores importantes, a un grupo de países exportadores de petróleo OPEP y no-OPEP. Esta agenda se caracteriza en primer lugar por la falta de la transparencia, o sea la triquiñuela en el manejo de la información y las estadísticas petroleras como la producción de crudo, por ejemplo. Este fenómeno fue criticado en el punto tres del documento final de la reunión de Jedda por ser una de las causas de la actual conducta errática del mercado petrolero global.

EL PETRÓLEO HACIA LA BAJA

Durante las tres semanas posteriores a la cita de Jedda hubo toda una dinámica de resistencia con visos de contraofensiva de importantes actores energéticos y financieros afectados por los propósitos de la reunión de Arabia Saudita. Esto es: en adición a los países exportadores y al capital petrolero transnacional, se destacan los inversionistas que adquirieron petróleo a futuro con precios superiores a los 100 dólares, esperando amasar grandes fortunas -en parte muchos lo hicieron- cuando el precio alcanzara los 200, 250, 300 o 400 dólares, tal y como se lo habían venido prometiendo el presidente de Venezuela, el presidente de la OPEP y el presidente de Gasprom

No obstante todos los mensajes emitidos por los “nuevos corredores” de Wall Street a favor de los altos precios, y a pesar de la resistencia de los Jinetes Petroleros del Apocalipsis que componen la alianza tácita pro US$500 el barril (Putin, Ahmadinejad, Chávez, Shakib Khalil, Goldman Sachs, Morgan Stanley, …….) el precio empezó a bajar en forma pronunciada gracias a la caída de la demanda del petróleo por la recesión en Estados Unidos y en otros espacios económicos. En otras palabras, la recesión ejerce hoy sobre las ambiciosas metas de los Jinetes Petroleros del Apocalipsis un poder mucho mayor que cualquier presión que puedan aplicar los países consumidores sean estos clásicos o emergentes.

Aquí vale la pena hacer un alto para plantearse las siguientes interrogantes: ¿Adonde se encuentran ahora todos aquellos analistas petroleros que pronosticaron precios de 200, 300 y 400 dólares? ¿Cómo explican la baja de más de 30 dólares en menos de un mes? ¿Qué opina ahora el experto petrolero y nuevo corredor de la bolsa de Wall Street Hugo Chávez? ¿Está de acuerdo Hugo Chávez con su aliado beligerante Shakib Khalil cuando calificó el actual precio de anormal y que descendería a los 80? ¿Acaso estos actores beligerantes pensaron que la economía mundial jamás iba a reaccionar ante sus demanes?

EL OJO DEL PETRÓLEO SOBRE LA ECONOMÍA MUNDIAL

Al observar la interacción entre el precio del petróleo y el índice Dow Jones durante las tres últimas semanas, se puede decir que después de la brusca caída de los primeros 20 dólares en el precio, el ritmo del descenso ha disminuido relativamente. Adicionalmente, se puede observar que el petróleo o mejor dicho, quienes están detrás de él, tienen el ojo puesto en la economía mundial. Esto es: cada vez que Wall Street muestra alguna mejoría aunque sea durante pocas horas, alguna fuerza que se encuentra al acecho vuelve a presionar el precio al alza aunque sean 50 centavos, un dólar o un dólar y medio. En otras palabras, la recesión cuya primera fase, según muchos analistas, todavía no ha concluido y aun faltan más de una, se encargará en el corto y el mediano plazo de hacer su trabajo con el precio del petróleo y con los Jinetes que lo cabalgan. Éste será llevado a niveles asimilables por el nuevo estado de equilibrio que la economía mundial buscará después de pasar por dolorosos cambios en su estructura.

En ese nuevo estado de equilibrio el nivel del precio del petróleo tiene que garantizar resultados económicos eficientes, y simultáneamente, permitir el ingreso al mercado energético de nuevos combustibles, sobre todo los no contaminantes. O sea, al petróleo le toca a partir de ahora navegar en aguas turbulentas provocadas por él mismo frente a las presiones de la eficiencia económica, del avance tecnológico y de las restricciones ecológicas.

MALAS NOTICIAS PARA LOS JINETES DEL APOCALIPSIS

Malas noticias para todos aquellos que habían hecho planes “grandiosos”. Planes para ganar millardos de dólares a costa del hambre y la miseria de cientos de millones de pobres en el mundo, como consecuencia de los insoportables aumentos en los precios de los alimentos impactados por la duplicación en menos de un año del precio del petróleo. Planes para “llevar por los cachos” a toda la civilización occidental y en su lugar, ofrecerle a la humanidad el “mar de la felicidad”. Planes de recuperar para Rusia el poder hegemónico que tenía la Unión Soviética a punta de renta petrolera. Planes para preparar a Irán para la “Gran Guerra Santa” en el Medio Oriente, aunque al final le llegara a pasar lo mismo que experimentó el Shah con el desmoronamiento de su orden despótico, por cierto muy bien armado, sin disparar un solo tiro.

EL JINETE HUGO CHÁVEZ

El tercero en el ranking de los jinetes petroleros del apocalipsis Hugo Chávez -el primero es Putin; el segundo, Ahmadinejad- también ha hecho planes “colosales”. A punta de billetes verdes, a pie o en maletines voladores, tiene planes hegemónicos para con Bolivia, Ecuador, Paraguay, Nicaragua, Honduras, el Salvador, República Dominicana, Jamaica y varias islas del Caribe. Así mismo, tiene planes hegemónicos para con Argentina, Perú, Chile y Guyana. Sus planes hegemónicos pretenden nada menos que arrodillar a Colombia. Pero no se detiene ahí. La renta petrolera lo ha emborrachado tanto que tiene planes contra-hegemónicos para con México, Brasil y hasta Estados Unidos. En otras palabras, un precio de 300 dólares en adelante podía lograr simultáneamente dos metas. La primera sería contrahegemónica, o sea el desmoronamiento no sólo del “Imperio” sino de todo Occidente; y la segunda, el “imperio de Chávez abarcaría desde el Rio Grande hasta la Patagonia.

Estos delirios de los nuevos Jinetes del Apocalipsis no contaban con la “astucia” de la economía mundial, ni tampoco con la reunión de Jedda. En lugar de dispararles a los Jinetes, tanto la economía mundial como Jedda han dirigido la mira hacia los Caballos del Apocalipsis que representan a todos los actores y las condiciones que han favorecido esta locura petrolera.

EL JINETE CHÁVEZ CON SU CABALLO LESIONADO

La caída de los precios del petróleo hacia niveles racionales implicaría la pérdida para Chávez de la mitad de “sus” ingresos petroleros. Este escenario puede resultar sumamente grave para el “Socialismo Petrolero del Siglo XXI” y la “Gran Revolución Bolivariana Latinoamericano-Caribeña”. La dinámica tanto política, como social y económica entraría en crisis. Faltarían recursos para seguir importando con un dólar a Bs 2150,00, bienes y servicios en un país con graves problemas de producción. Faltarían recursos para seguir subsidiando las empresas llamadas de producción social, así como la inmensa mayoría de las improductivas cooperativas. El dólar denominado permuta se dispararía hacia la atmósfera al zafarse de la presión que el gobierno ejerce sobre él a punta de los dólares de la renta petrolera. Las compras compulsivas de fusiles, aviones y submarinos sufrirían un duro golpe. Entraría en crisis la “revolución” en Bolivia, Nicaragua, Ecuador, Paraguay, Honduras, el Salvador, y el resto de América Latina & el Caribe, ya que el fluido que corre por las venas de esta “revolución”, a diferencia de la inglesa, la francesa, la bolchevique y la mexicana, entre muchas otras, está preparado a base de petróleo.

La mala noticia para Chávez es que esta nueva dinámica energética a partir de la reunión de Jedda en medio de una recesión estadounidense y en consecuencia, mundial, no parece prometer ser de corto aliento, tanto que lo más probable es que no la resistan muchos bolivarianos. En este caso, la palabra bolivariano se refiere al bolívar “fuerte” y no al Libertador. El “Gran Timonel”, junto a los otros Jinetes, tendrían que inventar nuevas maniobras para poder cambiar el nuevo rumbo que el petróleo parece haber tomado a partir de la cita de Jedda.


Elie Habalian Dumat, ex­Gobernador por Venezuela ante la OPEP.
Agosto 10, 2008.


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domingo, 10 de agosto de 2008

CRISTINA CASTELLO / IRAK: LA VIDA TIENE LA PALABRA



Mezquita de Samrra / Irak


Irak, antes, parecía una leyenda, un lugar oscuro y misterioso,
un espacio rico en vestigios de relatos. /
La patria nos parecía un enigma antiguo,
un paisaje nacido de la arcilla,
hecho de adobes y arroyos de cúpulas doradas.
Irak antes de las guerras, era un lugar en pleno vuelo.
Parecía un lugar de los milagros.

Jabbar Yassin Hussin

Irak es hoy el Vietnam del siglo XXI. Kim Phuc, aquella niña de nueve años que el 8 de junio del ’72 corría desnuda y en llamas —bombardeada con napalm—, es una alegoría de aquel horror. El fotógrafo Nick Ut perpetuó su imagen en el poblado de Trang Ban, y luego la llevó al hospital. Zahra, de Bagdad, tenía un año más que Kim y ninguna foto para la inmortalidad. Sufrió un atentado con bombas y su cuerpo se incendió. Kim, 1972, Vietnam; Zahra, 2007, Irak. Kim y Zahra son un surco, una huella, un eco, una memoria de la vejación; son un testimonio entre millones de que el aullido de la guerra persiste en un mundo que, sin embargo y por gracia, defiende con sus sueños el derecho de soñar.



«Podemos llevar la paz a Irak» [sic], dijo George W. Bush y la paz hizo estallar cerca de un millón de mártires. Su gula de Poder no apuntaba a asesinar las sombras sino el amanecer: Irak fue el alba, el primer susurro de la civilización. Allí nacieron la primera democracia, el arpa Real y la flauta de caña del pueblo; el calendario, la escritura y mucho más. Y esa cuna de la cultura suma hoy a sus cerca de un millón de muertos, millones de mutilados, huérfanos, o prisioneros. Es la consecuencia de la ocupación llamada guerra, por parte de los USA.

De Irak son los primeros poemas épicos, como «Gilgamesh» o «La creación». Allí y en la península de Arabia se festejaba el nacimiento de los poetas, como se celebra la sonrisa de Dios; sus hombres y mujeres huelen a almizcle y sus ojos miran hondo y color dátil, como el fruto del árbol nacional.

Aunque el ataque a Irak estaba planeado y firmado desde el noveno mes del 2000, fue al día siguiente del 11 de septiembre del ‘01 que el gobierno del Norte lo decidió. Lo acusó de tener armas de destrucción masiva y lo embistió en 2003; y aunque está demostrado que esas armas no existían, nada le importa al invasor. Del mismo modo, antes del apresamiento de Saddam Hussein, el secretario de Defensa norteamericano profirió un disparate similar: «Nosotros no lo hemos encontrado [a S.H.], pero nadie se atrevería a decir que él nunca existió», dijo Donald Rumsfeld. ¡Vaya argumento y vaya humor! Humor que se fundamenta en la ética de este Donald que no es el de Walt Disney... ¡qué dolor!: «La gente libre es libre de cometer fechorías», arguyó. Sí, la gente puede perpetrar cualquier alevosía... si la gente es el Poder.

La geografía de Irak —atravesada de norte a sur por los ríos Tigris y Éufrates— responde al significado de su nombre, cuya traducción al castellano significa literalmente «borde del agua». Sus valles, estepas, montañas y desiertos deberían cobijar a los miles de poetas que su cielo engendró y cuyo verbo alumbra el mundo. Sin embargo, la mayoría debió exiliarse: la palabra poética puede ser una fechoría imperdonable.

Irak —con las reservas de petróleo más importantes del mundo, después de Arabia Saudita— resultaba un manjar para el hambriento Bush. Es, además, un sitio estratégico para controlar el Medio Oriente, Irán y Afganistán; y para limitar cualquier posible acceso de Rusia en Asia Central. Pueblo estoico, doliente, siempre agredido, cultivado. Las bombas del Régimen tañen un réquiem en la misma tierra milenaria y al mismo tiempo que resuenan las primeras notas de los instrumentos musicales milenarios de la humanidad. Y también por doquier se escucha el Maqâm de Bagdad; ese concierto de cítaras, violines, tamboriles y poesía, de una magia impensable en Occidente y cuyo deleite nunca será tal para el invasor.

Horizontes fugitivos

Soy como la noche: callada, profunda, horizonte
Soy como las estrellas: incertidumbre, lejanía, destello (Nazik Al Malaika)

El argumento de la «guerra preventiva» —que todo horror justifica— es ilegítimo e inmoral, según el historiador norteamericano Arthur Meier Schlesinger, Jr., y tantas otras voces; e ilegítimo e inmoral consideraron los USA el ataque preventivo de Japón contra Pearl Harbor, el 7 de diciembre del ’41. Comprensible: la paz debe ser sólo para ellos. Hoy, el gobierno de los EE.UU. es un régimen de ocupación y —a pesar de que atraviesa una de las peores crisis de su historia— sigue su huida hacia adelante. Como un animal en celo, su siembra de muerte le pide más y más; como si su meta fuera un horizonte fugitivo, que exige cada vez más sangre para ser alcanzada.

Frente a la guerra yanqui en Irak, como en todos los casos, la mayoría de los norteamericanos se mostraron casi como militaristas y chauvinistas, gracias al engaño de las armas de destrucción masiva que su Gobierno había inventado. Hoy, a cinco años de su comienzo, también muchos norteamericanos la sienten como una pesadilla. «Irak es el nuevo Vietnam», empieza a propagarse cada vez más en el país de los Oscar, las hamburger y la gaseosa multinacional.

Vietnam, aquella otra guerra bestial, fue uno de los gérmenes que hizo brotar el Mayo Francés, al que se sumaron millones de jóvenes y pueblos de los cinco continentes, ansiosos de libertad.

¿Despertará la ciudadanía yanqui, cuando el supremo conciba una nueva mentira? ¿Cuántos pueden mantener la lucidez en medio del caos, la pobreza creciente del Gigante, los embustes de la prensa, y el desamparo ante la intemperie? Todos juntos y solos en un Imperio que parece resbalar hacia el final de un abismo que no parece tener final; el Estado de Bienestar empieza a surgir ante sus ojos como un horizonte fugitivo... otro más. Los memoriosos recuerdan aquel adagio según el cual «la primera víctima de la guerra es la verdad». Palabras que en 1917 pronunció Hiram Warren Johnson, entonces parlamentario de los USA: hoy sería acusado de «terrorista» por el presidente actual.

Los iraquíes, por su parte, sacrificados en su patria o en el exilio, recuerdan su ilusión de un futuro donde brillaba una aureola luminosa. Soñaban un país donde los bosques formaran un cinturón verde que abrazara las ciudades e impidiera el avance del desierto. Soñaban, creían, creaban: Irak era un país de avanzada. Cada día se inventaba una palabra, se abría un museo, había una biblioteca nueva; cada día más esculturas poblaban las plazas y los parques, y más universidades se ofrecían al saber. Pero la paz fue siempre sólo una tregua entre dos violencias, entre dos guerras; un edén entre dos infiernos.

La cultura es peligrosa:
¡Carguen, apunten, fuego!

[Un festival] con gente cantando y bailando en las calles, /los músicos tocan liras y tambores/ y hermosas sacerdotisas esperan frente al templo de Ishtar (Gilgamesh)

La poesía era un estilo de vida en Irak. Hoy, dispersos por el mundo, sus poetas sufren porque el pensamiento único los muestra —más que a todo su pueblo— como el eje del mal. Como una amenaza.
Y claro que lo son. Creo, con Rimbaud, que «la poesía no es prosa rimada y gloria de innumerables generaciones de idiotas». Es un llamado a la conciencia profunda, un susurro con potencia de grito. Al Hallaj fue crucificado en Bagdad hace quinientos años, porque su poesía alumbraba (alumbra). Federico García Lorca, Robert Desnos, Paul Celan, Paul Éluard, Juan de Yepes —hoy San Juan de la Cruz—, Nazim Hikmet, Ovidio, César Vallejo, y tantos más, fueron asesinados, recluidos en campos de concentración, o estuvieron exiliados, por el pecado de la palabra. Por iluminar. Por eso el Poder la encierra en mazmorras o —en el mejor de los casos— la censura, pero... «¿quién encierra una sonrisa, quien amuralla una voz?» (Miguel Hernández),

Irak es poderoso en poetas. Después de Sapho de Lesbos (siglo VI antes de Cristo), la primera poeta del mundo es la iraquí Angiduana (siglo III AC) y se considera a la también iraquí Nazik Al-Malaika la iniciadora de la poesía árabe moderna. Además, y más allá de las religiones, ¿no es el «Corán» una obra cumbre de poesía? «Aunque los humanos y los genios se reunieran para producir algo semejante a este Corán, jamás harían nada parecido, aunque se ayudasen mutuamente» (Corán 17:88).

Los libros, la cultura... el arte, son terroristas, para los tiranos.

Sí. El 2 de febrero de 2007 los diarios del mundo titularon: «Estados Unidos bombardea la biblioteca de Bagdad». Hombres exiliados en su propio infierno, en la noche de los tiempos ya habían cometido estas barbaries. Baste recordar que Fray Diego Cisneros, quemó los libros de los musulmanes en Granada; o que el Corán en árabe —en la edición de Paganini de 1537— fue destruido por orden de uno de los papas más cultos de su tiempo. ¿O acaso Fray Juan de Zumárraga, creador de la primera biblioteca de México, no quemó los códices de los mayas en l530?

En la destrucción de la Biblioteca de Bagdad hubo más de un millón de libros asesinados, objetos antiquísimos sustraídos o destrozados, y mil intelectuales iraquíes ejecutados. Aquella fue la cena, opípara. Antes, había sido el tentempié: habían saqueado y quemado el Museo Arqueológico de Bagdad. En «Historia universal de la destrucción de libros», Fernando Báez, doctor en Bibliotecología, asegura —y hay pruebas en poder de la ONU y de otros organismos internacionales— que el responsable de tal salvajismo fue el gobierno de Bush. Borrar la memoria, de eso se trataba —se trata. Desaparecieron ediciones antiguas de «Las mil y una noches», de los «Tratados matemáticos de Omar Khayyam», de obras de Averroes, y otras joyas del patrimonio de la humanidad.

En Irak, donde tres mil doscientos años antes de Cristo se había inventado la escritura, se pulverizaron los libros. Paradojas de la vida, cuando cede su lugar al Imperio.

Racimos de arco iris

No asustéis a las nubes de Bagdad con vuestros aviones.
No sembréis soldados en nuestro jardín (Muhsin Al-Ramli)

Después de siglos de monarquía, Irak se convirtió en república en 1958 y tuvo varios presidentes, el último de los cuales fue Saddam Hussein, un dictador brutal; derrocado, hecho prisionero y condenado a la horca en diciembre de 2006 por crímenes de guerra. Lo sucedió Jalal Talabani, quien es nada más que un nombre —sin poder— para la presidencia. El primer ministro es Nuri Al Maliki, quien está de acuerdo con que las fuerzas de los invasores continúen allí «para frenar la agresión extranjera y por razones de seguridad interna» [sic].

Pueblo el de Irak, conocido por la ley del talión, por las amputaciones de miembros a los desobedientes, por las lapidaciones a sus mujeres: por conductas que parecen extrañas a la naturaleza humana. Son sus leyes, y están contenidas en el Código de Hammurabi —del año 1686 AC—, que aplica el decir popular: «ojo por ojo, diente por diente».

El Código está contenido en una escultura tallada en un bloque de diorita [roca eruptiva granulosa] de unos 2,50 m de altura por 1,90 m de base, y había sido colocado originalmente en Sippar, el templo de dos ciudades de la antigua Baja Mesopotamia, separadas apenas por siete kilómetros. Después de muchos vaivenes, a raíz de las invasiones permanentes sufridas por los iraquíes, la talla se exhibe hoy en el Museo del Louvre de París.

Pueblo culto y sufrido, arrasado. Su agresor, los Estados Unidos de la América del Norte, ejerce sobre él brutalidades aún peores que las del Hammurabi milenario. Generosamente, le envía racimos. Bombas de racimo, contenedores que —a cierta altura del suelo— se abren y disparan centenares de bombas más pequeñas, de alto poder mortífero.
En Irak, el 98% de sus víctimas son civiles. Y la mayoría, niños que las confunden con juguetes, por sus colores brillantes y llamativos. En busca del arco iris, encuentran su final.

¿Hasta cuándo el hombre será lobo del hombre? El misterio lo sabe. Por su parte, los ciudadanos norteamericanos parecen despertar, estaba dicho; en una reciente encuesta, el 80% de ellos dijo que su país está controlado por intereses de unos pocos, que se preocupan sólo por ellos mismos; dicho de otra manera, por los menos que luchan por los menos.

¿Encontrará Irak la paz a partir de enero de 2009, cuando George W. Bush deje el sillón presidencial? El candidato republicano John Sidney McCain III ha dicho que no retirará las tropas del país. Barack Obama, por los demócratas, criticó la masacre tan sólo como un error estratégico. El ministro Nuri Al Maliki, de Irak pero no por Irak, todo lo permite en detrimento de la paz.

Kim Phuc, Vietnam; Zahra, Irak: y ahora, ¿qué?

La guerra sigue trabajando día y noche/inspirando en los tiranos largos discursos/dando temas a los poetas, /dibujando sonrisas en los rostros del líder. /La guerra trabaja incansable/pero para ella no hay una sola palabra / La vida tiene la palabra (Dunya Mikhail).

CRISTINA CASTELLO



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viernes, 8 de agosto de 2008

LOS JURISTAS DEL HORROR


Acaba de aparecer en las librerías la versión en castellano de uno de los textos más contundentes y demoledores sobre la justicia en los tiempos de Hitler. El libro se llama "Los juristas del horror" y fue escrito por Ingo Müller. La traducción es obra del conocido abogado venezolano y profesor universitario Carlos Armando Figueredo. El autor del libro, es doctor en Derecho y Filosofía, y ha sido profesor de Derecho público y penal en las universidades de Oldenburg y Bremen en Alemania. La obra fue editada por vez primera en 1987 y cuando salió al mercado causó un revuelo instantáneo. No por nada ya ha sido también bestseller en Estados Unidos e Inglaterra.

El libro es un crudo y descarnado acto de mea culpa que hace un profesional del Derecho sobre la justicia alemana en los años del nazismo. Y sorprende la enorme sinceridad y honradez ética con la que el profesor Müller, nacido en 1942, desnuda las intrigas y los manejos de los que se valió el régimen de Hitler para perpetrar sus crímenes.

Una terrible conclusión que se saca del libro sostiene que los atropellos, las prisiones, las torturas y aún el exterminio en masa se hicieron de manera legal y apegada a la norma. Las leyes de Alemania y del Reich fueron modificadas de acuerdo a todos los preceptos de justicia de entonces, por lo que para los tribunales germanos nadie cometía un delito al perseguir y eliminar sistemáticamente a los judíos. Más sorprendente aún es descubrir que muchos de estos juristas que trabajaron para los nazis, intelectuales y académicos por cierto, lograron reinsertarse al sistema judicial alemán una vez acabada la guerra. Nunca fueron acusados o siquiera señalados. El libro presenta sin rubor la manera como un país enfermo en su moral puede desfigurar la justicia y ponerla al servicio de intereses políticos.

Casi siete millones de seres sufrieron el martirio del holocausto y para ello los nazis se sirvieron de tribunales y leyes dispuestas a complacer la sed de poder de un loco. No existía en esos años fuerza humana que se pudiera enfrentar al avasallante designio del Führer. Como una radiografía de cualquier proceso totalitario, el libro menciona los pasos que un régimen da para poner todo el ordenamiento jurídico al servicio de su causa. Primero el Reichstag, suerte de Asamblea Nacional, que terminó siendo la sede de un teatro de marionetas, después las cortes y los tribunales obedeciendo ciegamente las órdenes, y finalmente el aparato de represión respondiendo con prontitud a los mandatos emanados legalmente de las instituciones.

"Los juristas del horror" es un texto espeluznante que no sólo describe sucesos que acontecieron hace décadas, sino que se convierte en una profecía de hasta dónde pueden llegar las autocracias en su afán de conculcar las libertades y los derechos. Quizá especial sentido sea la confesión de Müller sobre la poca participación de los intelectuales y los juristas ante los actos bárbaros que sucedían. Muy pocos se opusieron. Parecía que existía una creencia de que aquello sería pasajero y que no habría necesidad de enfrentarlo. O tal vez el miedo terminó por silenciarlos y ponerlos de rodilla ante la brutalidad y el salvajismo.

domingo 20 de agosto de 2006 en actualidad
Documental sobre el Juez Freisler, uno de los juristas del horror
hitlers henchmen freisler judge nazi germany documentary
http://www.youtube.com/watch?v=A9DwXaH49lU
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sábado, 2 de agosto de 2008

HENRY DAVID THOREAU


Creo que primero debemos ser hombres y después ciudadanos. No es conveniente cultivar tanto respeto por la ley como por lo correcto. La única obligación que tengo derecho a asumir es la de hacer en todo momento lo que creo correcto.

Se ha dicho con verdad que la corporación no tiene conciencia, pero una corporación de hombres conscientes es una corporación con conciencia. La ley jamás hizo a los hombres ni un ápice más justos; además, a través de su respeto por ella, hasta los bien dispuestos son convertidos día a día en agentes de injusticia, Un resultado común y neutral del indebido respeto por la ley es que podemos ver una fila de soldados: coronel, capitán, cabo, soldados,, barriles de pólvora y todo, marchar en admirable orden cerro arriba y lanzarse a las guerras, contra su voluntad, contra su propio sentido común y conciencia, lo cual transforma esto en marcha muy ardua de veras y les hace palpitar el corazón. No abrigan la menor duda de que están desempeñando una ocupación maldita: todos tienen inclinaciones pacíficas. Ahora bien, ¿qué son? ¿Son hombres? ¿O son pequeños fuertes y polvorines portátiles al servicio de algún hombre inescrupuloso en el poder?*


* Henry David Thoreau, “Desobediencia civil” (1849). Escritos selectos sobre Naturaleza y Libertad. Buenos Aires, Agora, 1960, pp. 36-37.
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