sábado, 2 de agosto de 2008

HENRY DAVID THOREAU


Creo que primero debemos ser hombres y después ciudadanos. No es conveniente cultivar tanto respeto por la ley como por lo correcto. La única obligación que tengo derecho a asumir es la de hacer en todo momento lo que creo correcto.

Se ha dicho con verdad que la corporación no tiene conciencia, pero una corporación de hombres conscientes es una corporación con conciencia. La ley jamás hizo a los hombres ni un ápice más justos; además, a través de su respeto por ella, hasta los bien dispuestos son convertidos día a día en agentes de injusticia, Un resultado común y neutral del indebido respeto por la ley es que podemos ver una fila de soldados: coronel, capitán, cabo, soldados,, barriles de pólvora y todo, marchar en admirable orden cerro arriba y lanzarse a las guerras, contra su voluntad, contra su propio sentido común y conciencia, lo cual transforma esto en marcha muy ardua de veras y les hace palpitar el corazón. No abrigan la menor duda de que están desempeñando una ocupación maldita: todos tienen inclinaciones pacíficas. Ahora bien, ¿qué son? ¿Son hombres? ¿O son pequeños fuertes y polvorines portátiles al servicio de algún hombre inescrupuloso en el poder?*


* Henry David Thoreau, “Desobediencia civil” (1849). Escritos selectos sobre Naturaleza y Libertad. Buenos Aires, Agora, 1960, pp. 36-37.